jueves, 18 de octubre de 2007

¡¡Como son de lloricas!!

Lo peor de mi situación actual es que cuando esto se acabe (si alguna vez se acaba) voy a tener un follón en mis otros proyectos que no sé cómo voy a recuperarlos...

La semana próxima también voy a estar los cinco días. El follón que me han montado hoy porque mi compañera no está aquí (tenía visita en el médico) ha sido alucinante. Además el próximo martes tendrá reunión importante aquí el director del área comercial. Aunque estaba pensando en venir martes noche o miércoles mañana... estaré el lunes... o se puede montar.

¿Cuando llegue nuestros gran director le obligarán a quedarse cinco días a la semana?
¿Podremos volver a tener vida propia algún días? ¿Ir al médico?
¿Cuántas personas hay que venirse aquí para cargar unas decenas de contenidos en un portal? ¿Cuarenta, una por contenido? ¿Por qué no desplazamos a todas las sedes de la empresa con todo el personal, familias y señoras de la limpieza?... eso sí que sería apostar por el cliente.

3 comentarios:

Profesor Atreintaytres dijo...

Te entiendo...

Yo lo viví antes, pero desde el otro lado. Cuando, en la empresa para la que trabajaba, contratábamos a una consultora para que realizase un trabajo, lo que esperábamos, inconscientemente, era alguien que casi adivinase nuestras necesidades aunque no supiéramos transmitirlas, o ni siquiera supiéramos lo que queríamos (todo ello, independientemente de lo firmado, por supuesto), y que solucionase cualquier problema que surgiera relacionado, aunque fuese remotamente, con el proyecto en cuestión. Lo que queríamos era, más allá de comprobar que cumplían con lo pactado, exprimir al máximo a los consultores y quedar satisfechos a toda costa, basándonos sobre todo en el argumento incontestable de "por la pasta que nos ha costado...". Y es verdad que reaccionábamos mal, o exageradamente, ante cualquier falta leve, despiste, retraso, cambio de planes o incidente imprevisto; todo basándolo o justificándolo con el argumento que acabo de citar.

Dicho esto, debo añadir que en mi empresa el ambiente de trabajo podía llegar a ser tenso en alguna ocasión, pero casi nunca (por no decir nunca) se faltaba al respeto a la gente, por parte de los jefes o responsables, y menos con la gente de fuera. Ni se exigían cosas imposibles o desmesuradas, ni se decía una cosa y luego la contraria (al menos, no de manera muy descarada o injustificada)... Se era bastante serio y profesional, en general, tanto entre nosotros como con alguien de fuera, tipo consultor.

Esa es mi experiencia. Así que, la verdad, es muy fuerte para mí leer lo que a veces nos cuentas, por lo que supone: cuánta gente impresentable hay por ahí dirigiendo negocios, empresas o instituciones... Y nosotros estamos en sus manos...

Ánimo. A ver si esta racha dura poco.

Anónimo dijo...

Deberias arrojar un poco de luz, sobre esa misteriosa zona que no pueden atravesar las mujeres. Me tiene en ascuas!

Autor del blog dijo...

Señor atreintraytres, veo que ha sabido muy bien ejercer en "el otro lado". La descripción se corresponde muy bien con mi otro cliente. En este caso hay más un uso de la queja para mantener la tensión. Lo sorprendente es como mi empresa ha entrado al trapo.

Señor lio, no quería entrar en desvelar oscuros oráculos, pero tenemos dos interlocutores, "técnico" (el) y "funcional" (ella). A las reuniones con él solo estamos convocados nosotros. En principio estábamos en las oficinas técnicas, pero ella solicitó tener personal en sus oficinas... ¿cuestiones de envidia? Así que se fueron ellas. Los chicos con los chicos y las chicas con las chicas.
Tenemos reuniones "clasistas" en las que solo pasamos el personal "de nivel" que somos nosotros. Y tenemos la zona de curritos que es donde están ellas y solo ellas.