lunes, 22 de octubre de 2007

Aventuras en la isla (Quinta parte)

Al final la apariencia de un proyecto depende casi completamente de los ojos con que se mira. El día a día de este proyecto en el que me han asignado (repentinamente) no pasaría de ser algo corriente. Pero nos hemos dejado llevar y lo hemos magnificado todo ¡Cuantas cosas pueden pasar en un proyecto cuando se está "demasiado" encima! Todo se magnifica, y puedes pasarte horas o toda la vida hablando de anécdotas. Ahora, la situación es como una tertulia de fútbol: si pones a tres o más personas para revisar lo mismo, pueden estar ocupados hablando todo el tiempo que quieran, sin avanzar ni concluir nada. Mientras tanto, para no dejar el blog inactivo, sigo contando una historiera que se me va ocurriendo:




Abrí los ojos. Había estado durmiendo... ¿cuánto tiempo? ¡Había dejado solos a mi gente!... Ellos no estaban allí ahora conmigo... ¿Qué habría ocurrido?

Intenté despejar mi mente, sin duda el efecto de las drogas curativas había tenido extrañas reacciones secundarias en mi, al menos pude observar como los tatuajes rituales sí habían desaparecido de mi cuerpo.

Los acontecimientos se habían precipitado las últimas horas.

Al reencontrarnos con nuestras compañeras, descubrimos que Marona la Matriarca había empleado toda su magia destructiva contra Rose, de alguna forma su espíritu se había fragmentado, su habitual fuerza, que la hacían ideal para estas duras misiones la había abandonado por completo, ese pedazo de ella había salido fuera, había quedado convertida en un osito mimosín, esquiva con nosotros y casi sin habla.

Era urgente la llegada de otro de nuestro compañeros de batallas, el doctor Illness, uno de los mejores especialistas médicos que he conocido (ríete del doctor house), y además sabía combinar y trabajar contra los efectos de las magias (que todo el mundo sabe que no existen pero míranos a nosotros) Habíamos llamado a Illness en cuanto notamos que el Gran Hechicero estaba contra nosotros, pero la cosa que complicaba sabiendo que los dos chamanes estaban en nuestra contra...

Cuando vimos el hidroavión pensábamos que se trataba de nuestro viejo amigo el doctor, pero nos extrañamos cuando quien apareció fue Mister Smalltown, el mecenas patrocinador de nuestro viaje. Fue sorprendente verlo, pero más sorprendente fue comprobar que de alguna forma no era él. Desde el primer instante pareció sabotear al equipo ¿qué le pasaba a este hombre? ¡siempre había estado en el papel que se supone de cualquier mecenas! Pagando las facturas y esperando pacientemente nuestro regreso para saber de nuestras aventuras.

Por suerte pronto llegó el doctor Illness que comprendió de forma instantánea y al completo la situación. Rose con el espíritu corrompido y todos medio poseidos por los tatuajes rituales... ¿y qué había ocurrido con mister Smalltown? ¿qué había propiciado el extraño cambio? ¿qué se había introducido dentro de él? Illness preparó un potente antídoto con todo lo que fue capaz de ponerle y yo fui voluntario para tomar la pócima.

Por lo poco que puedo apreciar ahora, parece que ha funcionado...