viernes, 23 de marzo de 2007

De cómo queda claro que el cliente es un impresentable

La semana pasada estuve en mi cliente (si alguien lo ha leido, en el "gran evento") pero uno de los puntos que no comenté es que por fin aclaramos la situación de la extraña ampliación de proyecto, en el que el cliente nos proponía a quien contratar. La aclaramos de una forma bastante sencilla, le presentábamos una propuesta que básicamente era "aceptamos todo lo que nos dices" solo que nuestro comercial maquillaba los números para que internamente fuera algo aceptable.

En una reunión con el comercial, el cliente aceptó el planteamiento ¿cómo no va a hacerlo, si era el suyo?

Hoy, a eso de las dos o dos y media, me llama nuestro coordinador local a comentarme que le acaban de decir que no hay ampliación.

Impresionante cambio de opinión en justo una semana, y no parece que se haya dado mucha prisa en llamar al comercial al cual le dijo que sí. Ni le llamará...

Cuando le he llamado yo, pensaba que le daba otro infarto (es un hombre que ya está muy operado), tres veces me ha dicho la frase "¿y por qué a mi me aceptó todo?"

Para mi el resumen es sencillo, el cliente se muestra como una persona sin palabra, que se cree por encima del bien y del mal. Claramente estaba jugando a apretarnos para que nos salieramos (porque todo el proyecto se subcontrata a dos empresas que escoge él y que acuerdan el precio con él, por lo sabe nuestro margen y que es casi imposible para nosotros. No se esperaba que aceptáramos y al hacerlo le pillamos un poco fuera de juego. Ahora lo ha puesto todo en su sitio.

Me sabe mal que para mi sea bastante alivio, pero me veía enterrado en este proyecto por años y años, estos días estaba buscando cómo iba a salirme del proyecto, mira por donde ahora no va a hacer falta.

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