martes, 23 de octubre de 2007

Aventuras en la isla (Sexta parte)

Aunque quería hacer un blog en el que relatar el día a día de mi trabajo (y lo conseguí durante dos años) ahora me dedico a contar historietas. Ahí voy:




Nos sentamos en el suelo, en un círculo alrededor de la hogera encendida con leña del gran árbol, el doctor Illness no hacía más que arrojar plantas arcanas al fuego antes de sentarse junto a mister Smalltown que babeaba y gruñia atado en el suelo. De las grandes llamas surgían humaredas de colores y ambas configuraban juntas curiosas figuras.

Quizá por el humo o quizá por las grandes jarras de bebida espumosa que los habitantes de la tribu nos dieron esa noche, comenzamos a sumergirnos en una especie de trance, estaba casi durmiéndome cuando una gran figura apareció sobre las llamas mirándome, me costaba apartar la mirada de sus ojos, pero pude observar como mis compañeros tenía también la mirada fija, imaginé que estaban también viendo algo.

Me habló sin mover prácticamente los labios, me describió el combate de los astros, del tiempo que circulando al revés, del sol fusionandose con la luna, y de la llave para alcanzar el centro del universo.

Alargué mi mano para tomar la llave, aunque no apartaba los ojos de ella, podía ver como Janto también levantaba la mano, y podía escuchar como el bajito de Smalltown gruñia cada vez más fuerte en el suelo.

Repentinamente una nueva presencia surgió de entre las llamas desaciendo la anterior y a su llave la fuerza con la que irrumpió nos mostraron que lo anterior no era más que una ilusión. Esta vez, la presencia habló con fuerza, y acento andaluz, una sola palabra que despejó nuestras menes, hizo desaparecer las luces y los colores y arrancó un grito desesperado de Smalltown.