Si hay alguien que siga este blog, sabrá que en el proyecto que gestiono desde hace ya casi dos años, en una ciudad remota, tengo un compañero en el cliente.
Mi compañero está en el cliente, lo que conlleva que se convierta en parte del cliente (conozco muy pocos casos donde eso no ocurra) Además la situación se complica porque es proveedor nuestro (subcontratamos personal allí mediante su empresa) y también competencia nuestra (no nos renuevan un contrato, pero el proyecto sí continúa en la ciudad contratándoselo a él directamente)
Este estado de cosas, que aunque contado directamente es raro, raro, cuando lo ves de cerca, lo encuentras consecuencia lógica de las circunstancias que se dan en el proyecto. Hoy me he vuelto loco cuando en las facturas que mi compañero me pasa de su empresa (del personal subcontrado en el proyecto que continúa), incluye un concepto que no estaba previsto, el alquiler de las oficinas.
Realmente, por los pliegos de condiciones debemos tener allí una oficina, y mientras que teníamos el proyecto que incluía personal trabajando en una oficina, le pagamos ese alquiler para así poder decir que la teníamos... pero sobretodo porque el personal tenía que trabajar en algún sitio. Ahora ese concurso no ha sido renovado, y solo tenemos subcontrado personal que trabaja directamente en los locales del cliente. Pues bien, en las facturas que llegan ahora aperece el concepto de oficina.
Mal porque así la burocracia de mi empresa ha devuelto estas facturas y tardará más en cobrarlas, mal por añadir un concepto sin avisar ni hablarlo con nadie, mal por decirme que: si no se incluye cuando le pregunten en el cliente él dirá que no hay oficina local por lo que se habrá incumplido una condición del pliego.
De verdad que me salía humo por las orejas tras la conversación telefónica.
lunes, 18 de junio de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario