Ya he tenido mi reunión, la madre de todas las reuniones. Hemos conseguido repasar lo hecho y lo que queda de proyecto en cinco horas. Para mi ha sido una sorpresa que nos haya dado tiempo habiendo quedado a las 9, yo hubiera quedado dos días.
En estas cinco horas, ha habido más de lo mismo, lo que ha llenado ya año y medio de mi vida laboral:
1- Muchas quejas del cliente (todo el tiempo). Algunas fundadas, pero la mayoría no. Quejas razonadas sobre algunos puntos en los que no hemos estado a la altura, y quejas sin ningún argumento, o los argumentos, resumidos por mi serían: "aquí somos así", "esperábamos otra cosa que nunca jamas concretamos ni hubiéramos concretado" o "si contratamos a vuestra empresa es porque pensábamos que haríais las cosas de otra forma"
2- Incapacidad del cliente para poner soluciones en los problemas que ellos mismos generan. Cuando les comentaba cómo sus propios técnicos atascan los trabajos me miraban con cara de pena, cuando les explicaba que deberíamos cambiar la forma de trabajar me daban respuestas ambiguas parecidas a: - ¿hacemos "A" o "B"? - Sí
3- Buenas palabras por mi parte, ya que mi intención es hacer las cosas muy bien. Aunque es una pena no poder contar con su valoración para saber qué es "muy bien". También (otra constante) comunicar retrasos en varias de mis fechas propuestas. Las dificultades de innovación de mi empresa también han sido algo habitual en el proyecto.
Como curiosidad, el aguante de mis colegas de estar cinco horas sin levantarse a mear, yo dos veces.
jueves, 20 de septiembre de 2007
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